El puerto de Amapala, cabecera del municipio del mismo nombre, está ubicado en la Isla del Tigre. El municipio lo componen cerca de 30 islas ubicadas en el Golfo de Fonseca. Este golfo lo comparte Honduras con El Salvador hacia el occidente y con Nicaragua hacia el oriente.
Amapala es una ciudad que data de la época colonial, pero su mayor auge lo obtiene a partir de la fundación del muelle en 1833. Pronto se convirtió en el principal puerto de Honduras y para el comienzo de la época republicana ya era una ciudad en plena bonanza económica y poderío político. Alemanes y franceses llegaron a vivir atraídos por el comercio y hasta se dice que en algún momento pernoctó en la isla el afamado Albert Einstein.
El surgimiento del Puerto de San Lorenzo en el lugar conocido como la Boca del Henecán en los años setenta, vino a restarle fuerza a Amapala y poco a poco comenzó a perder su importancia. En la actualidad, la ciudad vuelve a tomar empuje apoyada en el turismo.
Amapala es un destino casi ignorado por las grandes oleadas de turistas locales. Sus playas de tierra volcánica y el calor agobiante del Pacífico la vuelven poco atractiva a los grandes públicos. Pero es esa precisamente su mejor ventaja; la isla es un destino mantenido en el anonimato para pasar unos días en perfecta armonía con el mar y a precios realmente accesibles.
Amapala es un destino para mentes abiertas. Sin la experiencia turística de ciudades más grandes, el pequeño pueblo ubicado en la Isla del Tigre apenas comienza a despertar al turismo. Así que encontrará pocos hoteles y restaurantes. El Hostal Casa de las Gárgolas es una buena opción para descansar. Por supuesto, debe de subir a la cima del cerro (antiguo volcán) que domina la geografía de la isla. La mejor vista del recorrido la encontrará unos cincuenta metros antes de la cúspide.
La vida en Amapala no es fácil. Indudablemente es uno de los sitios más calientes de Honduras. Sus suelos volcánicos de grandes piedras y playas de arena negra vuelven el escenario ideal para almas dispuestas a afrontarlo todo. Pero una vez que se conoce la pequeña isla (y se recorre completamente en pocos minutos) el viajero descubre las múltiples opciones que le aguardan. Cerca de 30 islas esperan ansiosamente en los alrededores para ser exploradas, muchas de ellas totalmente deshabitadas. La gastronomía local, basada en los productos del mar, puede ser el comienzo de una aventura revolucionaria de altos quilates. Pero sobre todo, es la tranquilidad de la isla y la inmensidad del océano Pacífico lo que convierte a Amapala en un destino único.